martes, 29 de noviembre de 2011

Las 5 cuestiones principales que plantean quienes se oponen a la inclusión LGBT en la iglesia

Sobre



La Rvda. Janet Edwards es una pastora ordenada por la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos (PCUSA). Es una de las directoras del Pittsburgh Presbytery Foundation (Pittsburgh Presbytery - PCUSA)

En mis 30 años como defensora del amor de Dios por las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT), he tenido innumerables conversaciones con quienes piensan distinto de mí sobre Dios, la Escritura y el lugar de los fieles LGBT en la iglesia.
A lo largo de estos años, he oído, he leído y se me han hecho muchas veces las mismas preguntas –y por una amplia variedad de personas. Hoy, comparto con vosotros las cinco preguntas más comunes que he oído, así como mi respuesta a las mismas. Hago esto con la esperanza de que otros compartan sus respuestas también y continuemos aprendiendo unos de otros.

Pregunta 1: “¿Cómo puedes olvidar el claro sentido de la Escritura y de toda la tradición cristiana que dicen que el amor entre personas del mismo sexo es un pecado?”

La historia cristiana es una corriente fluida de nueva percepción. Nuestra comprensión e interpretación de la Escritura ha cambiado a lo largo del tiempo, y continúa cambiando, al desarrollarse nuestra comprensión del mundo que Dios ha creado para nosotros.

Por ejemplo, hay versos únicos de la Biblia, tales como “Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales” (Colosenses 3:22), que han sido usados en nuestra historia para justificar actos que ahora consideramos repulsivos –como la esclavitud o la obligación de las mujeres de permanecer calladas en la iglesia. Al aprender, crecemos, y nuestra compresión e interpretación de la Escritura cambia.

Debería ser para nosotros un consuelo que nuestro conocimiento de Dios siempre se esté transformando, a través de la inspiración del Espíritu Santo. Y la fuente de la que surge la nueva inspiración es el diálogo entre nuestras diferentes interpretaciones de la Escritura. Siempre ha habido y habrá desacuerdo en la iglesia sobre lo que quiere decir la Biblia. Algunos cristianos leen que la Biblia dice que el amor entre personas del mismo sexo es un pecado. Otros cristianos leen las historias de David y Jonatán (1 Samuel 18-2 Samuel 1) y el eunuco etíope (Hechos 8), como una afirmación de los hombres gays y por lo tanto como fundamento para incluir a las personas LGBT dentro del amor de Dios.

Opto por participar en la vida plena de la historia cristiana, compartiendo la inspiración que el Espíritu Santo me da. Y puesto que las Escrituras me enseñan que Jesús ha atraído a todas las personas hacia sí mismo (Juan 12:32), veo por esto el abrazo de Dios a las personas LGBT, como un claro sentido de la Escritura y la culminación actual de todo el arco de la historia cristiana.

Pregunta 2: “¿Cómo puedes estar segura de que no te estás inventando cosas para justificar algo que está culturalmente de moda?”

Que esté realmente percibiendo a Dios de forma correcta y haciendo su voluntad es una cuestión de fe. Esto es cierto para cada uno de nosotros, con independencia de nuestra interpretación de la Escritura. Los cristianos viven por fe en el amor de Jesús, no por certeza (solo necesitamos mirar el estado del mundo, para saber que vivimos por fe en el amor de Dios).

Dicho esto, tenemos una buena guía para saber si estamos haciendo la voluntad de Jesús (esté o no culturalmente de moda). Él dijo, “Los conoceréis por sus frutos” (Mateo 7:16). Y Pablo esboza el mejor fruto: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22). Alimentar estas virtudes donde quiera que pueda, me asegura que estoy haciendo la voluntad de Dios, y no inventándome cosas para estar culturalmente de moda.

La experiencia me ha enseñado que la inspiración de Dios puede venir de un infinito número de mensajeros, incluyendo tanto la Escritura como la cultura. Así que a lo que me dedico, como cristiana, es a comenzar cada día entregada a amar a Dios y al prójimo, y a estar tan en sintonía con el Espíritu Santo como posiblemente pueda, para saber cómo hacer esto.

Pregunta 3: “¿No violan todas las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales la exigencia bíblica de un matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer?”

En la historia bíblica de la creación, Dios declara buenas todas las cosas, hasta este momento: “No está bien que el hombre esté solo; le haré una ayuda a su medida” (Génesis 2:18). No hay nada en la Escritura que exija quién sea esta compañía. De hecho, toda la Escritura (incluyendo al apóstol Pablo) considera a las mujeres como la propiedad servil del marido (y la mayor parte del tiempo con plena aceptación de la posesión de varias esposas). El matrimonio entre los antiguos hebreos y griegos significaba que el hombre tomaba a la mujer como su propiedad. Esto realmente contrasta con nuestra moderna comprensión del matrimonio, que está basada en un compromiso de amor entre adultos igualmente maduros y dispuestos.

Tenemos el testimonio de muchos cristianos lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, que nos dicen que Dios los ha unido a una persona del mismo sexo como su pareja de por vida. Y hemos visto los maravillosos frutos de las vidas de estos creyentes, que contribuyen a sus familias y a sus comunidades con mayor poder y gozo, a causa de la pareja amorosa está a su lado.

Las personas LGBT en relaciones amorosas de pareja tienen todas las cualidades que valoramos en el matrimonio. Estas cualidades son la esencia de la fidelidad en el matrimonio propugnada por la Escritura. Y no olvidemos la advertencia de Jesús, “Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe nadie” (Mateo 19:6, Marcos 10:9). De nuevo, sin estipular a quién ha unido Dios.

Pregunta 4: “¿Cómo puede ningún cristiano, en buena conciencia, mantener o aprobar prácticas sexuales que son tanto no naturales como peligrosas?”

Yo veo la línea entre seguridad y peligro pasando a través de las vidas de todas las personas, no entre personas hetero por un lado y personas LGBT por el otro. Toda actividad sexual incluye posibilidades inherentes de peligro. La mejor protección contra estos peligros es mantener la actividad sexual después de que haya intimidad en otros niveles importantes de vida –estar seguros del amor mutuo y consentido entre adultos maduros. Esto sirve para todas las parejas.

Quienes rechazan y convierten a las personas LGTB en excluidos, crean una profecía autocumplida. Un hijo o una hija saldrá del armario en algunas comunidades y se encontrará con un entorno hostil. Observan cómo sus vínculos familiares y eclesiales son amputados. Su estructura de apoyo moral –aquella que guía la toma de buenas decisiones morales- desaparece y se les deja navegar el mundo por sí mismos. Algunos afortunados encuentran una comunidad que es abierta y afirmativa, y puede prosperar; mientras otros no encuentran apoyo moral y acaban tomando una serie de malas decisiones.

Ahora, imagina por un momento si más personas en nuestras comunidades y en la iglesia fueran acogedoras y afirmativas de las personas LGBT. Si en vez de rechazar y volver la espalda a sus hijos o vecinos, pudieran continuar animando elecciones morales buenas y seguras, que también les permitieran ser quienes son ante Dios. El resultado, y nuestro mundo, sería maravillosamente diferente: seguro y sobre todo mejor.

Pregunta 5: “¿Cómo puedes desechar la manera como Jesús puede curar a las personas que sufren una dolencia como el alcoholismo o la atracción por personas del mismo sexo?”

Ningún cristiano negaría que Jesús curara a quienes sufrían una dolencia. Lo que rechazo es la presunción de que el amor entre personas del mismo sexo es una dolencia. Lo hago porque me fío del testimonio, de palabra y de obra, de cristianos lesbianas, gays, bisexuales y transexuales y de quienes conocen su amor y sus dones.

Tristemente, sé que muchas personas LGBT que comenzaron su comprensión de sí mismos donde la tradición y la religión les enseñó: creen durante años que son defectuosos, pecadores y necesitan ser curados. Ruegan a Jesús esa curación durante años. Y Su respuesta es que ellos son íntegros y buenos tal como son. Punto. Sus almas han sido probadas en el fuego del refinador y confío en su discernimiento de la voluntad de Dios. La bondad de sus vidas desde que aceptan el amor de Dios muestra que tiene razón.

Sin embargo, algunos en nuestra sociedad intentan “curar” a estos hijos e hijas de Dios mediante terapias reparativas (intentos de cambiar a las personas LGBT para ser “hetero”). Ellos presentan un reducido grupo selecto como ejemplos de “éxito” y no quieren hablar del daño hecho a tantos otros. El daño infligido por esos programas es una atroz agresión a las almas de las personas LGBT que pasan por ellos. Deben ser parados.

Sí, Jesús puede curar a las personas de sus dolencias –pero si no hay dolencia, entonces no hay necesidad de cura.

Finalmente, debo hacer un comentario sobre la ecuación que algunos tratan de hacer entre alcoholismo y haber nacido gay, lo que me molesta sobremanera. Mi madre era una alcohólica. Murió mucho antes de tiempo por un cáncer de garganta asociado a la bebida y al tabaco. El alcoholismo es una enfermedad terrible, mortalmente progresiva, que afecta al propio cuerpo, la propia mente y el propio espíritu. Al tiempo que la enfermedad consume la atención de uno, también devora las relaciones con todos quienes amamos. Quienes viven abiertamente y honestamente como lesbianas, gays, bisexuales o transexuales, el daño para el cuerpo, la mente y el alma viene desde fuera, no desde dentro. Viene de quienes rechazan, marginan y vuelven sus espaldas a su familia, amigos o vecinos, que tiene el valor de salir del armario. Intentar hacer equivaler las dos cosas, demuestra una mala comprensión de ambas.

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Gracias de antemano a quienes comparten sus propias respuestas con estas, y a quienes preguntan sinceramente estas cuestiones y comentan honestamente mis respuestas.

Paz,

Reverenda Janet Edwards

Fuente:A Time to Embrace.

Texto traducido del inglés por A. Luis Pelegrín com permiso de la Rvda. Janet Edwards

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Los evangélicos y la Ley Antidiscriminacion en Chile

El martes 8 de noviembre del 2011 quedará marcado en la historia de Chile como el día donde se avanzó para hacer un país más libre, tolerante y respetuoso, ese día se aprobó la Ley Antidiscriminación. La aprobación en el Senado de la ley contra la discriminación es un importante hito para la sociedad chilena. La mayoría que aprobó el proyecto demuestra que se pude avanzar hacia un país más inclusivo en que se respete a todos.


Nuestra historia tiene muchas muestras en las que se ha avanzado para superar discriminaciones odiosas. Esto lo podemos comprobar revisando el comienzo de nuestra vida independiente, Chile dio el ejemplo terminando con la esclavitud. Durante los siglos XIX y XX en el Congreso Nacional se produjeron debates que recogió la historia que culminaron en la aprobación de leyes que terminaron con diversas formas de discriminación.

En este camino, las religiones han tenido un rol relevante, puesto que en un principio nuestro Estado se declaraba católico y discriminaba a otros grupos religiosos. En el siglo XIX se dio una batalla de ideas para establecer los cementerios laicos y el matrimonio laico.

Las iglesias evangélicas han tenido históricamente el respeto de los sectores más avanzados en su lucha por la libertad de cultos. También es digno de recordar la separación Iglesia y Estado que consagró la Constitución del año 1925. Recientemente durante los gobiernos de la Concertación se aprobó una ley de cultos que les reconoció igualdad de derechos y en otra se estableció el 31 de octubre como el Día nacional de la Iglesias Evangélicas.

En 1935 se aprobó el derecho a voto para las mujeres en las elecciones municipales y recién en 1949 se les permitió votar en las elecciones presidenciales y parlamentarias. En esa ocasión también hubo quiénes se opusieron teniendo posiciones que hoy nadie defendería. Ese logro de las mujeres y de la sociedad chilena, sin embargo, no ha terminado con la discriminación por género.

También se ha luchado contra la discriminación política, que tuvo su expresión más brutal durante la dictadura militar del General Pinochet. Se logró eliminar el artículo octavo de la constitución que discriminaba a formas de pensamiento. Queda en la conciencia de que el respeto a las particularidades de cada chilena y chileno redundaría en un mayor bienestar para las personas y en una inestimable contribución al bien común. Este ideal se halla expresado en el artículo primero de nuestra constitución –todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos-, en la defensa de las libertades fundamentales, en el gran número de tratados, declaraciones e instrumentos internacionales que Chile ha suscrito en este sentido.

Pero este ideal está lejos de volverse realidad. En Chile se discrimina en todas las áreas de la vida ciudadana por una larga lista de razones: desde el sexo hasta el origen social, desde el credo hasta la identidad de género, pasando por la orientación sexual, el lugar de procedencia y tantos otros motivos. Chile es hoy un país más discriminador que pluralista, un país donde todavía imperan las supremacías culturales del pasado. Se ha avanzado en ciertas áreas, pero estos esfuerzos son insuficientes a la luz de los informes de derechos humanos que realizan anualmente diversas instituciones, informes que dejan a Chile en un pobre lugar respecto de otros países.

En este proceso, se ha vivido en estos días un nuevo capítulo: la aprobación en el Senado de la ley antidiscriminación. El establecimiento de un procedimiento judicial para denunciar la discriminación es un logro para toda nuestra sociedad. Desgraciadamente algunas personas que representan a iglesias evangélicas, iglesias que han sido históricamente discriminadas por su opción religiosa se han manifestado en contra de esta legislación reclamando por el artículo que alude a la orientación sexual e identidad de género.

Con dolor y tristeza hemos visto en estos días el triste espectáculo que han ofrecido algunos sectores evangélicos fundamentalistas en relación a este proyecto de ley. En especial por los reiterados y concertados ataques homofóbicos verbales y escritos. Dolor por el enfoque basado en una interpretación literalista y legalista de la Biblia, abiertamente discriminadora y falta de amor y compasión.

Son lamentables las muestras de intolerancia de un sector de la sociedad chilena que justamente ha sido uno de los más discriminados por muchos y ahora los discriminados de antes se han vuelto los nuevos discriminadores, pero afortunadamente el Senado ha entendido mayoritariamente que debe legislar para todos quienes habitan Chile sean respetados en su condición humana.

Esta ley no constituye una amenaza ni para el matrimonio ni para la familia. La ley no establece la igualdad absoluta. Simplemente define la discriminación. Ya que todos los seres humanos tienen dignidad y no valen por su aspecto físico, su origen familiar, creencia religiosa, su etnia, su orientación sexual, su vocación y su conducta. Prohibir la discriminación no es imponer la igualdad absoluta. Se trata de establecer diferencias pero en base al desempeño, no en base a la orientación sexual, la etnia o el origen. El acuerdo de vida en pareja es una alternativa de vida a una realidad social y se busca soluciones y regulaciones a una realidad de hecho, que no podemos tapar e ignorar con amenazas y acusaciones.

Considero que las muestras de fundamentalismo, integrismo, fanatismo e intolerancia que hemos visto por parte de algunas iglesias, es producto de la gran crisis que están viviendo estas instituciones que hace urgente hacer un alto en el camino y pensar la misión y la identidad de estas iglesias. También de hacer una reflexión seria sobre el contexto y la cultura a la luz de la Biblia y en diálogo con la realidad redefinir la misión que deben tener estas expresiones religiosas en esta cultura para ser sal y luz y fermento en la sociedad, donde tantas personas buscan una respuesta para darle sentido a sus existencias en un mundo que es plural y diverso. Si los evangélicos no son capaces de enfrentar este desafío seguirán siendo parte de esta sociedad, pero como grupos de religiosos sectarios, viviendo en ghettos, sin ser un aporte y menos entregando buenas noticias. Considero que la ignorancia y la falta de información son dos elementos que no permiten el crecimiento y la influencia que de los evangélicos en la sociedad chilena, hacen que su rol se cada día menos significativo y menos pertinente.

La aprobación de esta ley es una buena noticia para la sociedad chilena y también para las iglesias y otras expresiones religiosas y espirituales, porque esta ley no está pensada solo en minorías, sino en todos los habitantes de Chile que merecen respeto, y entre ellos están las iglesias evangélicas.

Víctor Rey

miércoles, 9 de noviembre de 2011


El amor nos hace felices, nos da fuerzas, el amor no tiene límites. El amor es tan diverso como tu y como yo. Con frases tan hermosas como éstas, el Movilh chileno ha puesto en marcha una hermosa campaña para pedir la igualdad social y legal de todos los ciudadanos, y para exigir la derogación de las normas homofóbicas que todavía existen en este país.

La campaña, que recibe el nombre de El amor es el amor, ha sido impulsada por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual de Chile (MOVILH), y cuenta con el apoyo de artistas y políticos de todas las corrientes ideológicas que apoyan la plena igualdad de todos los chilenos para lograr sensibilizar a los ciudadanos y a las autoridades del país sobre la necesidad de acabar con las exclusiones legales y sociales.

Para ello, la campaña recorrerá varias ciudades chilenas, y recogerá firmas desde su página web para enviarlas posteriormente a los parlamentarios chilenos, con el fin de impulsar normas como la ley que establece medidas contra la discriminación, la ley de identidad de Género, o las leyes de igualdad legal para todas la parejas, sin distinguir si son parejas gays o heteros.
Además, con la campaña se pretende apoyar la derogación del artículo 365 del Código Penal, que fija en 14 años la edad mínima para mantener relaciones sexuales a heteros y lesbianas, mientras que la eleva a 18 en el caso de los gays, o la derogación o modificación del artículo 373 del mismo Código Penal, en el que se permiten los atropellos de las fuerzas de seguridad a los ciudadanos LGBT que expresen su cariño en público, al sancionar sin precisión las ofensas al pudor, a la moral y a las buenas costumbres.

martes, 8 de noviembre de 2011

Combatir la desigualdad de género para lograr la salud de las mujeres

Fuente: Consejo Mundial de Iglesias)

La Dra. Sarojini Nadar es una teóloga y académica de Sudáfrica que trabaja en cuestiones de género, religión y salud desde hace muchos años. Actualmente es profesora principal y directora del programa de Género y Religión, en la Facultad de Religión y Teología de la Universidad de KwaZulu-Natal. Nadar ha estado empeñada a fondo con las iglesias para crear una conciencia sobre la salud de las mujeres en las comunidades, poniendo en tela de juicio los valores patriarcales y trabajando a favor de la justicia de género.
Como parte de la iniciativa del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) de invitar a congregaciones y cristianos individuales a hacer de noviembre un mes de salud y sanación, e iniciar meditaciones bíblicas sobre género y salud reproductiva y sexual, Nadar fue entrevistada por el grupo de comunicaciones del CMI en relación con el tema “Desigualdad de género y su impacto en la salud: creadas a imagen de Dios”.

¿Cuáles son los problemas principales con que se enfrentan las mujeres en relación con su salud y bienestar, como consecuencia de la desigualdad de género?

Es importante señalar que la salud no es necesariamente la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar holístico en todos los aspectos de la propia vida: físicos, emocionales, mentales, sociales y, ciertamente, espirituales. La desigualdad de género influye desgraciadamente en cada uno de estos aspectos del bienestar, causando no sólo un desequilibrio en la sociedad, sino también puede conducir incluso a la muerte física. El ejemplo más doloroso de ello es el de la pandemia del VIH y el SIDA en Sudáfrica. La desigualdad de género es un factor determinante en la transmisión sexual del VIH y, al mismo tiempo, influye en el tratamiento, la atención y el apoyo. El VIH ha llegado a manifestarse como una pandemia de género debido al contexto sociopolítico de nuestras sociedades.

¿Qué soluciones pueden ofrecer las iglesias para garantizar la buena salud de las mujeres en las comunidades?

Hay toda una serie de espacios que existen y pueden crearse para que las mujeres elijan opciones más sanas que conduzcan a su bienestar. No hay tiempo para examinar todos estos espacios, pero yo pienso que uno de los más poderosos es el de las organizaciones eclesiales de mujeres.

Estas organizaciones pueden ofrecer el espacio para que las mujeres lleguen a ser agentes de cambio y para combatir el status quo patriarcal. Por desgracia, estas organizaciones se han convertido en “portavoces patriarcales”, en lugar de ser espacios para la transformación. El único modo en que se pueden recuperar estos espacios es que las mujeres mismas tengan un fuerte sentido de justicia y equidad de género.

Además, prácticas culturales perjudiciales, tales como la “limpieza de las viudas” (práctica tradicional según la cual se espera que las mujeres tengan relaciones sexuales, en muchos casos, con un pariente de su fallecido marido, con el fin de asegurar la propiedad dentro de la familia), la mutilación genital femenina, la preparación de las mujeres para relaciones de género desiguales en el matrimonio, todo lo cual continúa alimentando la pandemia del VIH. Frecuentemente son las mujeres quienes mantienen estas prácticas.

¿Cómo ve usted la función de las iglesias para apoyar a las mujeres en su búsqueda de la equidad y buena salud?

Varios estudios sobre desigualdad y violencia de género muestran que, a pesar del impresionante mecanismo nacional, la desigualdad y la violencia de género siguen alcanzando niveles inaceptablemente altos. Por esta razón, es más importante que nunca la función de las iglesias.

Una de las formas más importantes para atender a las personas es por medio del texto sagrado, la Biblia. La Biblia está llena de recursos para afrontar la desigualdad de género y mostrar los modos en que dicha desigualdad conduce a la enfermedad y la muerte. Estos textos bíblicos son demasiados para mencionarlos todos, pero quizás en el meollo del problema se halla la cuestión de la dignidad humana: profundizar en lo que significa haber sido creadas a imagen de Dios.

¿Cómo entiende usted la frase bíblica “Creados a imagen de Dios”?

El mito mediooriental de los orígenes de la creación que aparece en la Biblia Hebrea no sólo se ha afianzado en las culturas de todo el mundo sino que ha servido para establecer y legitimar una jerarquía de relaciones de género en la sociedad, debido simplemente a la idea de que la mujer fue creada a partir de la costilla del hombre.

Como ha señalado Phyllis Trible, “a través de los tiempos se ha utilizado este texto para legitimar el patriarcado como voluntad de Dios. Se defiende que subordina la mujer al hombre en la creación, la describe como su seductora, la maldice, y autoriza al hombre a dominarla”. Un estudio de la Biblia que cuestione la noción de que la mujer fue creada de una costilla, en lugar de ser la mitad del primer adama terrícola, puede contribuir en gran medida a fundamentar la idea de que la mujer fue creada plenamente a imagen y semejanza de Dios y que, por lo tanto, la violencia contra la mujer implica “violencia contra Dios”.

martes, 1 de noviembre de 2011

Kelvin Holdsworth, reverendo abiertamente homosexual de Reino Unido ha rechazado la homofobia de la Iglesia.

Una buena noticia que publica Universo Gay:

El reverendo británico Kelvin Holdsworth, abiertamente homosexual, ha rechazado ante los medios de comunión locales la homofobia que promueven numerosos líderes católicos, quienes trabajan activamente para impedir que las parejas del mismo sexo accedan al matrimonio o a las adopciones.
Holdsworth, reverendo en la Catedral de la Iglesia Episcopal de Santa María la Virgen, se ha mostrado “avergonzado” por escuchar diariamente declaraciones en contra de la igualdad de la población por parte de los líderes católicos.
“El comportamiento de nuestros hermanos, muchos obispos católicos, en los últimos días, ha sido tan desagradable y tan mal juzgado que corre el riesgo de dañar la buena influencia de toda la comunidad cristiana“, manifestó el reverendo británico.
Holdsworth defendió que “amenazar a los políticos o denunciar a aquellos que quieran acceder a la dignidad del matrimonio, por decir algunas cosas, me parece ir demasiado lejos”.
“Este tipo de comentarios por parte de los líderes de la Iglesia Católica Romana me han producido vergüenza como cristiano. Existe el riesgo de que todas las iglesias parezcan estar fuera de contacto, arrogantes, engreídas y groseras”, concluyó Holdsworth.