jueves, 21 de junio de 2012

Religión Digital, VI Premio Arco Iris de Crismhom


(Crismhom).- La asociación Cristianas y Cristianos de Madrid Homosexuales LGTB+H (CRISMHOM), ha concedido a Religión Digital el VI Premio Arco Iris de CRISMHOM. Este premio quiere reconocer la labor de las personas o instituciones que han luchado por la realidad cristiana LGTB, que hayan destacado en la normalización del hecho lgtb dentro del ámbito religioso, o colaborado a la normalización del hecho cristiano
dentro del colectivo LGTB.
Consideramos que RD es merecedor de esta distinción por su labor en defensa de las personas LGTB y por todo el cariño que habéis demostrado hacia nuestra realidad. Religión Digital se ha convertido en referencia indiscutible de la información religiosa en castellano. Y en sus paginas, habéis dado voz a nuestra realidad y a nuestra comunidad. Es por estos motivos por los que queremos concederos este premio.
La entrega del Premio tendrá lugar, Dios mediante, el próximo viernes 22 de junio en nuestro local de la calle Barbieri, 18, en Madrid, a las 8 de la tarde.

Nuestro premio lleva el nombre de Arco Iris. ¿Qué significa este símbolo para nosotras y nosotros?
1. El Arco Iris, con sus diferentes colores representa la belleza de la pluralidad en la unidad. Pluralidad de pensamiento, libertad de expresión de palabra y acción, y todo ello enmarcado en la unión de corazones y proyectos de historias personales unidas en la lucha por la defensa de nuestros derechos y reconocimiento de nuestra dignidad como personas lgtb.
2. El arco Iris es un abrazo de todas las realidades sociales, de todas las razas, pensamientos políticos, es un abrazo al género humano sea cual sea su identidad. Supone la no exclusión, el diálogo que construye, el esfuerzo del entendimiento mutuo.
3. El arco Iris es una Alianza de Dios con los seres humanos; es una Alianza de los seres humanos entre ellos, es una alianza para evitar que la injusticia, el sufrimiento y el sin sentido acampe en nuestra tierra.
Por ello, nuestro premio tiene la forma de un prisma transparente, por el que pueden pasar todos los colores. Aparte de dicho prisma, os haremos entrega del pin de la asociación y una copia de nuestros estatutos, ya que el premio incluye la mención de socio de honor de nuestra asociación

domingo, 17 de junio de 2012

El día de los padres


Alejandro Grinblat y Carlos Dermgerd se casaron en octubre. Alquilaron un vientre en la India y están a punto de ser padres. Ya tienen la habitación preparada para el bebé. La historia.
Por Mariana Carbajal
La habitación tiene una cuna y está pintada de blanco. “No sabemos si tenemos que decorarla con un castillo de princesas o una pista de autos”, se divierte Alejandro Grinblat. En menos de un mes, Alejandro y su esposo, Carlos Dermgerd, se convertirán en flamantes papás. Su bebé nacerá en la India, donde alquilaron un vientre a través de una clínica de Nueva Delhi. Ya están en la cuenta regresiva. En pocos días viajarán para allá, para estar tranquilos por si la fecha de parto se adelanta. Así que para hoy no tienen más planes que dedicar el Día del Padre a armar las valijas. Y releer uno de sus libros de cabecera en los últimos meses, Instrucciones de uso, un manual de procedimientos con la información básica sobre cómo criar un recién nacido, donde se explica paso por paso desde cómo cambiar un pañal hasta cómo darle un baño.
Rebozan alegría y les sobra ansiedad. Casi igual que a sus familiares y amigos, que siguen esta experiencia de paternidad distinta a través del blog que Ale y Carlos tienen casi desde el comienzo del embarazo para plasmar sus sensaciones, temores y novedades, familiaplus2.blogs pot.com.ar. Como son el primer matrimonio gay argentino que recurre a la maternidad por sustitución en la India se han convertido también en noticia en ese país, donde un par de periódicos les han dedicado amplio espacio. Página/12 contó ya su periplo en diciembre, pero en ese momento la pareja prefirió resguardar su identidad. Ahora, con la inminencia de parto, se atreven a fotografiarse. “Los nueve meses son imbancables, pero por otro lado ese tiempo es tan necesario para ir preparándose”, dice Alejandro. Hace poco se mudaron de un departamento en el barrio porteño de Urquiza a una casa en un barrio privado en San Fernando, para estar más cómodos, con la llegada de un nuevo integrante a la familia. Carlos duerme con el celular prendido, por si los llaman de la clínica de fertilización asistida por alguna razón. Por los nervios, ya duerme bastante mal. “La idea es quedarnos unos quince días en la India después de que nazca hasta que tengamos todos los papeles para regresar”, dice Carlos (ver aparte). Todavía no saben si será niña o niño, porque por las leyes de la India no se puede conocer el sexo del bebé antes de su nacimiento para evitar los abortos selectivos en una sociedad que valoriza más a los varones que a las mujeres. Uma o Tobías son los nombres elegidos. “Lo vamos a convertir al judaísmo. Carlos no es judío pero generosamente aceptó”, dice Alejandro.
Pensando en la responsabilidad que asumieron, con su hijo o hija en camino, decidieron viajar a la India en vuelos separados. Uno partirá el sábado y el otro el domingo próximos. Por si alguno de los dos aviones tiene un accidente, dicen, con tremendismo. A la vuelta regresarán los tres juntos, toda una odisea: serán 24 horas de viaje –con una escala– con un bebé de pocas semanas. Fueron planeando todo metódicamente. Hasta están preparando comida para dejar en el freezer para no tener que ocuparse del tema cuando estén ya instalados en la casa de San Fernando con el bebé.
Alejandro tiene 35 años y trabaja en una empresa de entretenimientos para celulares. Carlos tiene 41 y es gerente de operaciones en un laboratorio de procesos industriales. En sus trabajos acordaron tomarse licencia para viajar y esperar la llegada del bebé en la India. Alejandro cambió de compañía en febrero: cuando lo convocaron avisó que esperaba el bebé y que por las particularidades del caso demandaría más de los dos días de licencia por nacimiento que hoy legalmente le corresponde a un padre. “No podía creer que me quisieran contratar con este panorama por delante. Yo les decía, miren que en junio tengo que viajar a la India. Y mi jefe me dijo: quedate tranquilo, ya sé, es como si estuviera tomando a una embarazada”, recuerda Alejandro el diálogo.
Se conocieron hace 12 años y desde entonces conviven. Se casaron el 20 de octubre de 2011. Pero empezaron a soñar con la idea de formar una familia de tres hace más de un año y después de analizar distintas alternativas para tener un hijo decidieron alquilar un vientre en la India, como hizo Florencia de la V en los Estados Unidos. Optaron por llevar adelante el complejo proceso en ese país porque los costos son menores que en los Estados Unidos. En la India la maternidad subrogada está reglamentada. Por medio de una empresa de turismo médico, recibieron diversas alternativas de clínicas que ofrecían ese procedimiento. Al final, eligieron una ubicada en Nueva Delhi. En julio de 2011 viajaron por cinco días para definir, firmar el contrato y dejar sus muestras de semen. Los dos las dejaron y delegaron en el equipo médico la selección de quién sería el donante de gametos en función de la calidad del esperma. Una vez firmado el contrato con la clínica tuvieron que elegir quién sería la mujer que les donaría los óvulos. Se contactaron con varias compañías y optaron por una situada en California. La elegida fue una joven universitaria de 27 años oriunda de un pueblo de Canadá. Para la donación, recibió medicación para estimular los ovarios y, en el momento preciso de su ciclo, viajó a la India para que extrajeran los óvulos. El siguiente paso fue elegir a la portadora del embarazo, quien les alquilaría el vientre. En el primer intento la gestación no prosperó y decidieron elegir a otra portadora, una joven también de 27 años, casada. Está previsto que dé a luz a comienzos de julio. Calculan que en total –con pasajes y demás gastos– el procedimiento de maternidad subrogada les costará unos 100.000 dólares.
“Es un embarazo muy controlado. Tenemos 12 o 13 ecografías. La última ecografía la recibimos a principios de junio”, dice Alejandro. “Ya pesa más de 2 kilos y medio”, precisa Carlos. A lo largo de la gestación, les fueron mandando desde la clínica los distintos estudios que se le realizan a la portadora. En la India una exigencia es que esté casada. Tienen que firmar el contrato ella y su marido. Y la mujer tiene que vivir durante los nueve meses en una casa que le provee la clínica, cuyas dimensiones y características están reglamentadas por la ley.
Cuando lleguen a la India, conocerán a la mujer. “Podemos conocerla pero no acariciarle la panza por cuestiones culturales”, señala Carlos. La legislación marca que la portadora no debe tener contacto con el bebé. Después del parto, la criatura va directo a la Nursery. Está previsto que el bebé quede en el hospital durante un par de días –si no hay complicaciones-, durante los cuales los primerizos reciben un curso acelerado de puericultura. Y pueden ir a darle la mamadera cada tres horas, cuenta Alejandro.
Para elegir la clínica en la India, Carlos y Alejandro investigaron a través de Internet en diversos sitios la posibilidad de alquilar un vientre, una práctica que en la Argentina no está legislada. La posibilidad de subrogar un vientre está ahora contemplada entre las novedades que propone el proyecto de reforma del Código Civil y Comercial, recientemente enviado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner al Congreso, aunque expresamente prohíbe el pago, es decir que no se trata de “alquiler”.
“Lo primero que vamos a hacer al llegar a la India es sacarnos un celular y esperar a que suene”, dice Carlos. Vivirán en un apart hotel. El parto no podrán presenciarlo porque en la India, dicen, no es costumbre que los hombres acompañen en ese momento a su esposa. Se los ve felices, entusiasmados. No quieren tener un hijo único. En un año y pico, aseguran, volverán a viajar a la India para “encargar” el hermanito.

Día del Padre:Papás que eligieron criar solos a sus hijos, y lo lograron


 Diario :LA VOZ DEL INTERIOR
"Preguntale a tu madre” o “Se hace lo que yo digo”, son frases que de a poco van quedando en el pasado. Hoy los padres asumen en conjunto la crianza de sus hijos, se reparten tareas y el hombre se involucra más en los cuidados cotidianos de sus hijos desde que son bebés. No obstante, en algunos casos ellos se han visto en la tarea de tener que criarlos solos ante la total o parcial ausencia de la madre. Héctor y Marcelo contaron la experiencia de ser papá al ciento por ciento, y solos.
“Hace unos años que las mujeres, después de la posguerra, tuvieron que insertarse en el mercado laboral y a partir de ahí empezó a relegarse cada vez más la cuestión biológica de la crianza de sus hijos. Culturalmente se fue instaurando que los padres asuman funciones cotidianas en el hogar”, explicó Claudia Simonini, psicóloga del Hospital Materno Neonatal y secretaria de Prensa del Colegio de Psicólogos.
En muchas ocasiones un matrimonio se divorcia y llegan hasta la Justicia para dirimir la separación. Allí aparece el problema de con quién seguirán viviendo los hijos. Por lo general, los niños suelen quedar en guarda de sus madres. Sin embargo, la jueza de Familia Angélica Dávila sostuvo que de ser necesario que los hijos vivan con su padre, éste puede hacerse cargo en iguales condiciones que la mujer de su cuidado.
“El hecho de que por lo general la guarda se la den a la madre es una cuestión cultural y social. El padre puede ejercer perfectamente este rol parental en las mismas condiciones que la madre”, indicó Dávila.
No obstante, desde la Justicia se intenta crear un acuerdo de tenencia compartida en el que ambos padres puedan estar presentes en el desarrollo y crecimiento de sus hijos.
“En Córdoba, muchas veces se le dio la tenencia a los padres: cuando la mamá no está en condiciones psicológicas o cuando tiene problemas habitacionales. Hay muchos casos en que la mamá es itinerante porque trabaja mucho y no tiene con quién dejar al niño. Ahí consideramos si el padre pide la guarda, si él puede darle cierta estabilidad”, señaló la jueza.
De todos modos, las especialistas coinciden en que lo central es cuidar el bienestar del niño: no sólo los derechos básicos de alimentación, subsistencia y educación, sino también su bienestar psíquico, la libertad de expresión y opinión, el respeto al entorno afectivo del niño, su integración y el derecho a la información, entre otros aspectos.
Cambios sociales. La estructura familiar cambió, el paradigma de “familia tipo” también. La revolución cultural y social acompañada por nuevas leyes permitirían la posibilidad de que hombres y mujeres solteros y parejas homosexuales puedan formar familia.
“Aún no existen casos en Córdoba de adopción de padres homosexuales pero sí de parejas homosexuales que han venido a discutir un régimen de tenencia de hijos de uno de ellos y, por los años de convivencia y la relación que se creó, el otro quiera mantener contacto con el niño”, contó la jueza de Familia.
Por su parte, el titular del Registro Único de Adopciones provincial, Ricardo Rozenberg indicó que sólo el cinco por ciento de los inscriptos en Córdoba son personas solas (es decir, solteros o viudos). De ese porcentaje, sólo el cinco por ciento son hombres. “Hasta el momento, ninguno tuvo una entrega de guarda adoptiva”, confirmó.
Dejar todo por Matías. Héctor Heredia es periodista y dirige una consultora que hace encuestas y estadísticas para empresas. También se dedica a comunicación institucional de cooperativas y políticos. El camino no fue fácil pero, desde que se separó de su mujer –cuando Matías tenía sólo cuatro años–, dedicó todo su esfuerzo a criar a su hijo él solo.
“La decisión de que Matías se quedara a vivir conmigo se dio en forma natural. Se lo planteé a mi ex mujer y a ella le pareció que era lo mejor. Para mí, mi hijo era mi vida. Incluso dejé de lado los estudios universitarios, mis perspectivas de crecer en lo político y en lo social, y me dije que hasta que él no pudiera “caminar solo”, no había proyecto para mí más que mi hijo”, expresó Héctor.
Hoy Matías tiene 18 años y si bien su papá lo llama “el enano”, lo pasa en altura y empezó a estudiar Diseño Industrial en la Universidad Nacional de Córdoba. Visita a su mamá los fines de semana en el sur de la provincia, donde ella vive.
Su vida cotidiana pasa por tomar mates en la cocina, trabajar en el estudio o en la computadora o jugar al “Pata-tenis” en la terraza.
“Estamos por patentar el juego de mesa de ping-pong de mesa redonda”, contó Héctor entre risas.
El camino no fue fácil: muchos miedos e inseguridades aparecían pero de a poco se resolvieron. “Es difícil a veces ser papá soltero, porque si le pasa algo o tenés que resolver algo de su psicología o su salud, estás solo, no tenés con quién charlarlo. Pero aprendés a ser papá y mamá a la vez”, reflexionó Héctor, y admitió ser demasiado sobreprotector, algo que le lleva a algunas discusiones con Matías.
El futuro. Este Día del Padre será un día más para Héctor y Matías. Ambos cuestionan la carga comercial de la jornada, así que no habrá eventos ni regalos. De todos modos, Héctor rinde homenaje diario a la figura paternal, cuidando y soñando con el futuro de Matías. “Espero que estudie, que crezca, que siga haciendo deportes, esas son mis preocupaciones. Espero que no tenga las dificultades que yo tuve. Si logra eso, me doy por hecho”, dice Héctor.

martes, 12 de junio de 2012

Dinamarca aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo y la Iglesia Luterana los celebrará.



El parlamento danés ha aprobado por 85 votos a 24 una legislación matrimonial totalmente neutra respecto al género de los contrayentes -de forma análoga a la legislación española- y que entrará en vigor el 15 de junio de este año. Además, el parlamento rechazó una enmienda de la oposición, que pretendía introducir una institución diferente para parejas homosexuales (incluida una nomenclatura diferente). Así mismo, la reforma legal permitirá a la Iglesia Luterana Evangélica de Dinamarca (a la que pertenece el 80% de la población) celebrar matrimonios entre personas del mismo sexo. La ley no obligará a ningún sacerdote a oficiar dichos matrimonios, pero sí a ayudar a las parejas que lo soliciten a encontrar a alguien que lo haga.
La victoria de la izquierda en las elecciones de septiembre allanó el camino de la igualdad matrimonial en Dinamarca, y el proyecto de ley correspondiente fue introducido en el parlamento en marzo de este año. Por su parte, miembros del partido de los Democristanos -sin representación en el parlamento- han anunciado que presentarán una demanda contra el Estado, al considerar que la ley atenta contra su libertad religiosa. No obstante, los expertos consideran que dicha demanda apenas tiene posibilidades de prosperar, ya que la ley permite a cualquier clérigo abstenerse de oficiar las nuevas ceremonias. Además, conviene señalar que, en una prospección realizada hace ya dos años, seis de cada diez obispos luteranos se mostraban a favor del matrimonio religioso entre personas del mismo sexo, que cuenta además con un abrumador apoyo social.
Dinamarca fue el primer país del mundo en aprobar una ley de uniones civiles para parejas del mismo sexo en 1989, y siempre ha estado entre los países con una mayor aceptación social de la realidad LGTB. Sin embargo, los sucesivos Gobiernos de derecha de la última década actuaron como freno a la demanda del matrimonio igualitario, debido sobre todo a la influencia de conservadores y derecha populista xenófoba (esta última fuera del Gobierno pero sosteniéndolo como tercera fuerza parlamentaria). Una influencia que no pudo evitar que en marzo de 2009 el Parlamento aprobara la adopción conjunta por parejas del mismo sexo, pero que sí frenó el intento de aprobar el matrimonio igualitario en 2010, y ello a pesar de que muchos diputados liberales que entonces apoyaban al Gobierno optaron por no estar presentes para no votar en contra.
Con este paso Dinamarca se unirá por fin a otros países nórdicos, como Noruega, Suecia e Islandia, que ya han aprobado el derecho de las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio. En el caso sueco, además, la iglesia luterana también celebra matrimonios religiosos.

domingo, 3 de junio de 2012

La ‘adelphopoiesis’: el hermanamiento de personas del mismo sexo desde Grecia hasta hoy.

En este artículo se demostrará que este tipo de uniones, lejos de estar desaprobadas por la Iglesia, fueron permitidas por ella y aún, incluso, perduran en la actualidad.
02/06/2012 – Andrés Melgarejo. Los griegos fueron los primeros en establecer un vínculo homosexual indestructible de índole militar, la llamada pederastia. En este tipo de relaciones se establecía una estrecha relación entre el ηραστες (erastés, amante), que era siempre el militar de mayor edad y graduación, y el ηρομενος (eromenós, amado), que era siempre el más joven (παις, pais) –de ahí el término ‘pederastia’–, y que obdedecía a una finalidad puramente estratégica: favorecer una lealtad tal entre los amantes guerreros de tal suerte que ambos contendientes no sólo lucharan por los intereses de la patria, sino sobretodo por proteger la vida del amante en el campo de batalla, con lo que se convertía en un ejército más eficaz. Ejemplo histórico de ello se encuentra por ejemplo en el “Batallón Sagrado de Tebas” (o si lo preferís los famosos “300” de la película) que cosecharon gran cantidad de victorias.
Posteriormente, en el mundo romano, esta institución tampoco era ajena y desconocida, aunque obedecía a una motivación diferente. En el caso romano se trataba de satisfacer las necesidades sexuales de los militares desplazados en las provincias, tan alejados de sus mujeres, permitiéndoles llevar (ya que las mujeres estaban prohibidas en los castrum o campamentos militares) algún esclavo, por lo general más joven, para estos menesteres y que siempre adoptaba un rol pasivo. De hecho, lo que los romanos reprochaban moralmente a la homosexualidad no era el propio hecho, sino que un patricio, un noble, un militar, pudieran degradarse moralmente convirtiéndose en la parte pasiva de la relación, ya que no era tanto una cuestión sexual como de dominación y poder.
Con el establecimiento de la pax romana, y la hegemonización del imperio, en el que se consolidaron grandes periodos de paz, el ejército mismo empezó a caer en decadencia y ya no era preciso el establecimiento de lazos tan fuertes entre sus miembros, ya que los ejércitos empezaban a contratarse a cambio de un salario, en vez de por otros ideales (ya fuera la patria o los de los amantes). Sin embargo siguieron existiendo personas, del mismo sexo, que por una serie de circunstancias personales (entre las que no se puede excluir la homosexualidad de sus integrantes), establecían entre sí vínculos tan fuertes que establecían una auténtica vida en común, como se suele decir vulgarmente “de techo, comida y lecho” y que no tenía que estar animada, necesariamente, por el fin de fundar una familia (ya que lo excluía el que ambos fueran del mismo sexo), o por lazos militares (que pervivían en las órdenes de caballería) o religiosos (pues para eso existían los monasterios).
Estas uniones se fueron extendiendo por la Edad Media europea mediante los llamados hermanamientos de sangre, práctica común de los pueblos godos, en virtud de los cuales dos varones quedaba unidos para siempre con un sello indeleble: el de su sangre. Normalmente quienes así se iban a unir se hacían un corte con sus propias armas en la mano y luego las entrechocaban ostentosamente entre sí. Estos hermanamientos se generalizaron en Grecia, los Balcanes, Serbia, Albania, Bulgaria, etc… Estas uniones empezaron a suscitar problemas casi siempre por cuestiones de herencia, ya que no había forma legal alguna de demostrar, frente a los familiares del difunto que reclamaban sus bienes, que éste tenía un hermanamiento concertado con el superviviente, que incluía no solo la unión de sus vidas más allá de la muerte, sino también la de sus bienes. De esta manera se hizo necesario un mecanismo lo suficientemente eficaz para que estas uniones no quedaran tan sólo en el conocimiento de la intimidad de quienes las celebraban, sino también de cara a la comunidad social y sus familias. Y este mecanismo, lo mismo que sucedía ya con el matrimonio, vino a ser la Iglesia, que acogía este tipo de uniones, y las bendecía con la presencia de un sacerdote y testigos, con lo que se garantizaba la publicidad de las mismas.
Ejemplos de este tipo de hermanamientos entre varones los hay también en España, destacando el siguiente ejemplo del Siglo XI:
Documento de 1031 del Cartulario de Celanova
“Nosotros, Pedro Didaz y Munio Vandilez, pactamos y acordamos mutuamente acerca de la casa y la iglesia de Santa María de Ordines, que poseemos en conjunto y en la que compartimos labor; nos encargamos de las visitas, de proveer su cuidado, de decorar y gobernar sus instalaciones, plantar y edificar. E igualmente compartimos el trabajo del jardín, y de alimentarnos, vestirnos y sostenernos a nosotros mismos. Y acordamos que ninguno de nosotros dé nada a nadie sin el consentimiento del otro, en honor de nuestra amistad, y que dividiremos por partes iguales el trabajo de la casa y encomendaremos trabajo por igual y sostendremos a nuestros trabajadores por igual y con dignidad. Y continuaremos siendo buenos amigos con fe y sinceridad, y con otras personas continuaremos siendo por igual amigos y enemigos todos los días y todas las noches, para siempre. Y si Pedro muere antes de Munio, dejará a Munio la propiedad y los documentos. Y si Munio muere antes que Pedro, le dejará la casa y los documentos.”
Al estatuirse la Iglesia como garante de la necesaria publicidad de este tipo de uniones, para evitar los problemas hereditarios y sucesorios posteriores fue necesario redefinir las mismas desde un punto de vista eclesial, así que se consideraron uniones nobles, que ayudaban a dos personas (con independencia de que fueran del mismo sexo) a vivir una vida en común, según unos altos ideales, insistiendo mucho en que aspiraban a vivir unidos en el espíritu –y no en la carne-, como alternativa válida de vida a quienes querían permanecer siempre unidos por un ideal noble de una gran amistad, o no querían ingresar en religión o contraer matrimonio. Con la normalización y canonización (jurídica) de este tipo de uniones del mismo sexo (los hermanamientos), se hizo necesario un ritual litúrgico propio, y ciertamente que los hubo, dado la gran cantidad de ellos que han perdurado hasta nuestros días. En estos rituales se sigue una dinámica que es muy semejante a la celebración del matrimonio, con intercambio de dones o arras entre los contrayentes, y que incluían la presencia del ministro ordenado y los correspondientes testigos cualificados. Los principales rituales que se conservan pertenecen todos a antiquísimos monasterios ortodoxos (especialmente griegos y balcánicos). Transcribimos a continuación uno de ellos por su curiosidad:
Monasterio del Monte Sinaí (Griego, S. XIII): Ritual para la solemnización de uniones del mismo sexo
I.- Los que están destinados a ser unidos vienen en presencia del sacerdote. Ambos pondrán una mano sobre el Evangelio y la otra mano sobre la del otro.
II.- Señor, Dios y Legislador nuestro. Tú que aceptaste la unión de los santos mártires Sergio y Baco. Salvaguarda a estos dos siervos tuyos en la gracia y en el amor recíprocos y protégelos del odio y que no haya escándalo por todos los días de su vida.
III.- Concédeles una fe sin vergüenza y un amor verdadero. IV.- Acepta ahora a estos siervos tuyos, N. y N. que van a ser unidos en la fe y en el espíritu, para que prosperen en la virtud, en la justicia y en el amor verdadero.
V.- Que ellos vivan más unidos en el espíritu que en lo mundano.
VI.- Y ellos besarán el santo Evangelio y se besarán el uno al otro, y se concluye de esta forma.
Aún en la actualidad, autoridades como Evangelos K. Mantzouneas, Secretario del Comité Sinodal de la Iglesia Ortodoxa Griega para los Asuntos Legales y de Derecho Canónico, reconoce su uso y práctica generalizada en la zona de influencia de la Iglesia Ortodoxa Griega. También admite que la Iglesia Ortodoxa Griega prohibió las mismas de forma expresa en sus Encíclicas de 11 de Junio de 1859, 26 de Septiembre de 1862 y 11 de Enero de 1863, aunque señala que este tipo de ceremonias, con el consentimiento incluso de los propios sacerdotes, se siguen celebrando en las zonas rurales y más recónditas de Grecia, Albania y Serbia en la actualidad.
No obstante lo anterior, aún encontramos la pervivencia de estos rituales en otras confesiones de rito oriental, como por ejemplo en la Iglesia Ortodoxa Siria, que aún las mantiene vigentes aunque con su connotación original de ser meras “celebraciones para el hermanamiento de personas del mismo sexo” como se desprende del siguiente testimonio (la narradora es la Dra. Robin Darling Young, Profesora Asociada de teología en la Universidad Católica de América, impartiendo clases de Historia del Cristianismo Antiguo):
“Hace nueve años fui unida en devota fraternidad a otra mujer. La ceremonia tuvo lugar durante un viaje que hicimos juntas a algunas comunidades ortodoxas sirias y de extremo oriente, y la otra persona de esta unión era la Dra. Susan Ashbrook Harvey, de la Universidad de Brown (profesora de sirio antiguo). Durante el transcurso de nuestro viaje pagamos una visita al Monasterio de San Marcos, en Jerusalén, residencia del Arzobispado Ortodoxo Sirio. Allí, nuestro anfitrión, el Arzobispo Dionisio Benham Jajaweh, nos hizo notar –con evidente sentido del humor- que si habíamos sobrevivido a todos los pesares de viajar por Turquía y oriente medio, sin duda alguna, estas experiencias nos habrían unido de forma única a mi amiga y a mí. ¿Nos gustaría ser unidas como hermanas, a la mañana siguiente, en la Capilla del Santo Sepulcro? Y en un domingo, a finales del año 1.985, mi amiga y yo seguimos al Arzobispo, y a un monje, por la parte antigua de Jerusalén, hasta la Capilla del Santo Sepulcro, donde según la tradición descansó el cuerpo de Jesús. Después de la liturgia dominical, el Arzobispo unió nuestras manos y las ató con el extremo de su estola. Él pronunció una serie de oraciones diciéndonos que habíamos sido unidas como hermanas, advirtiéndonos para que fuésemos fieles. La nuestra era una unión más fuerte que la sangre, confirmada con la efusión del Espíritu Santo, y como unión espiritual que era, más fuerte que la misma muerte.”
A la vista de lo expuesto, es evidente que, en todo caso, no parece que la actual condena de la Iglesia Católica contra la homosexualidad pueda justificarse, como se pretende, en una constante afirmación de la Revelación, la Tradición y el Magisterio, dada la gran cantidad de pruebas que hemos aportado en sentido contrario. Hasta el punto de que parece que la Tradición y el Magisterio, al menos en una determinada época histórica y para una zona geográfica determinada (sobre todo la Europa oriental), admitieron como práctica eclesial generalizada, apoyada de la misma manera por el sentir de los fieles, la existencia de uniones homosexuales que hasta gozaban de rituales propios de celebración en el contexto de la una comunidad cristiana que celebra los distintos acontecimientos de la vida de sus hijos, incluyendo estos compromisos de vida común entre personas del mismo sexo.